Jay Wright Forrester – inmortalizado gracias a la memoria.
Jay Wright Forrester – inmortalizado gracias a la memoria.
Jay Wright Forrester – inmortalizado gracias a la memoria.
Jay Wright Forrester nació el 14 de julio de 1918 en un rancho de Nebraska. El interés por la tecnología y la electricidad puede parecer inusual para un niño que crece en una granja sin acceso a la electricidad, pero tal vez esa fue la razón por la que los padres estaban ansiosos por apoyar los intereses del futuro profesor del MIT. En la escuela secundaria, Forrester construyó una turbina eólica con piezas de automóviles viejos, gracias a la cual la luz de las bombillas eléctricas brilló en la casa familiar.
Inició sus estudios en la Universidad de Nebraska, donde se interesó por el tema de los servos, y luego de graduarse, continuó su carrera académica en el MIT. Fue el período de la Segunda Guerra Mundial, cuyo impacto en el destino de los inventores y científicos ya se ha escrito muchas veces, incluso cuando se menciona a Dov Frohman o Hedy Lamarr. Representantes de la Marina de los EE. UU. se presentaron a los científicos del MIT. La idea era crear un ordenador que pudiera usarse para operar un simulador de vuelo que reaccionara en tiempo real a las acciones de los pilotos. Hoy puede parecer trivial, pero estamos hablando de una época en la que los tubos electrónicos estaban a la cabeza, y Walter Brattain junto con su equipo aún no habían tratado el tema de los transistores. Durante el trabajo en el proyecto, Forrester llegó a la conclusión de que, utilizando las soluciones existentes, sería imposible desarrollar una máquina de este tipo con ordenadores analógicas puesto que no podrían cumplir con los requisitos del proyecto. El resultado de esta observación y trabajo intensivo de más de 170 personas fue la creación de una memoria de ferrita mejorada, que acortó el tiempo de reacción y aumentó la eficiencia de la máquina. Es esta invención la que se convirtió en la base de las memorias RAM modernas. Finalmente, el ordenador Whirlwind I se construyó en 1951, después del final de la guerra. Sin embargo, el proyecto no tuvo desperdicio, se utilizó para crear los ordenadores AN/FSQ-7 y el sistema SAGE, la primera red informática de la historia. Este sistema comenzó a funcionar en 1958 y fue una de las bases del sistema de defensa estadounidense durante la Guerra Fría. Permitió la comunicación en tiempo real entre las estaciones de radar y las tripulaciones de los aviones. Vale la pena señalar que Forrester no solo se ocupó de la electrónica. También ha dedicado mucho tiempo en su carrera académica a investigar los procesos y dependencias que ocurren en los sistemas industriales. En 1956, describió un fenómeno en el proceso de logística y producción conocido como fenómeno del látigo de toro o efecto Forrester. Se trata del impacto de los cambios en la demanda sobre la eficiencia de la cadena de suministro. Pudimos ver la corrección de las observaciones de Forrester en los últimos años, en relación con la pandemia de Covid-19, cuando el comportamiento espontáneo del consumidor provocó confusión en la distribución no solo de equipos médicos, sino también de papel higiénico o pasta.
En su interés por los sistemas y modelos, el científico fue más allá, creando toda una metodología de investigación que permite el análisis de sistemas complejos y dinámicos, también utilizados hoy y que apoyan, por ejemplo, la automatización en la industria. Un hecho interesante es su uso en el proceso de creación del popular juego de ordenador SimCity.
El usuario medio asocia la memoria RAM con módulos instalados en ordenadores personales. Dichos elementos son en realidad solo PCB en los que se montan los apropiados circuitos integrados, facilitando el intercambio de memoria operativa. En busca de la miniaturización, por ejemplo, en el caso de los ordenadores portátiles o ordenadores uniplaca, como Raspberry Pi, el chip RAM está instalado de forma permanente directamente en la placa base. Sin embargo, la presencia del invento de Jay Forrester en la tecnología moderna no acaba ahí. Sobre todo, la mayoría de ellos microprocesadores e microcontroladores, instalados en casi todos los dispositivos, tienen su propio chip de memoria; también actúan como búfer de interfaces digitales de audio y video (como p.ej. HDMI). Hoy en día, los elementos de libre acceso se pueden encontrar incluso en las tiras LED programables. Además, la tecnología en sí tiene numerosos subgrupos, como DRAM (memoria dinámica), que es más rápida que su primo estático (SRAM), o la variante no volátil FRAM (memoria ferroeléctrica).
Es difícil enumerar todas las versiones y aplicaciones de los circuitos electrónicos basados en la investigación de Jay Forrester. Y, para ser justos, es imposible mencionar a todos los científicos que han contribuido y siguen trabajando en el desarrollo de tecnología en el campo de la memoria de acceso abierto. Si alguno de los jóvenes lectores quiere unirse a este grupo, todavía no es demasiado tarde. La tecnología revolucionaria iniciada por el científico estadounidense sigue siendo un proyecto abierto y continúa impulsando el progreso humano.

